Hoy ha comenzado una nueva aventura en mi vida, al lado de dos personas maravillosas (a las que puedo considerar AMIGAS), Laura y Jenny. Hoy hemos puesto en marcha un taller sobre el Teatro del Oprimido (para que aprendan a resolver situaciones conflictivas a través del diálogo) con los chavales del Centro de Día Don Bosco y creo que, cuando llegue el final no solamente habrán aprendido algo los niños, sino que nosotras también habremos podido aprender de esta experiencia.
El Centro de Día Don Bosco es un centro que funciona de lunes a viernes por las tardes para atender a niños y adolescentes en riesgo de exclusión social. Hace cinco años que comencé a colaborar con ellos de manera voluntaria al lado de mi amiga Laura y hoy se nos ha unido Jenny, la cual ha comprendido la razón por la que Laura y yo llevamos tantos años allí. Es una experiencia dura, pero por los pequeños detalles que te tocan el corazón merece la pena seguir al lado de estos chavales, porque, a pesar de sus circunstancias, se merecen UNA OPORTUNIDAD.
Y ahora vamos a contar cómo ha sido nuestra primera sesión con ellos.
Hemos dividido a los chavales del grupo de medianos en dos grupos. Hoy hemos empezado con uno y el próximo martes con otro. Así iremos alternando los martes con cada grupo y nos dará tiempo a adaptar mejor las sesiones a las características y necesidades de cada uno de los grupos.
La sesión no ha ido como nosotras pensábamos, nos hemos dado de bruces, ya que en nuestra imaginación todo lo que les habíamos preparado les iba a encantar, y como suele pasar, no ha sido así. Pero no pasa nada, de todo se aprende, siempre y cuando reflexionemos sobre qué ha funcionado y qué no.
Casi todos los chavales han empezado poco motivados, porque la actividad a la que no han podido asistir ha sido de deporte, pero al final de la sesión esto ha cambiado y la gran mayoría ha participado y disfrutado con las últimas actividades que hemos realizado.
Esta primera sesión tenía como objetivo la cohesión grupal e iniciarles en el mundo de la dramatización. El primer objetivo, en mi más sincera opinión, creo que no lo hemos conseguido, pero el segundo sí. Pero no pasa nada porque en la segunda sesión lo seguiremos trabajando.
Con respecto a los chavales nos hemos dado cuenta que el gran problema que tenemos es que tenemos que ganarnos su respeto como responsables de ese taller, ya que nos ven como voluntarias y en algunos momentos no hacen caso de nuestras instrucciones o comentarios. Además, desde el principio tenemos que dejar las normas y las consecuencias de incumplir las normas muy claras, para que sepan qué esperamos de ellos en cuanto a su conducta. Por lo demás, todo bien, han terminado todos disfrazados con papel pinocho, bailando y pegando saltos y dándose abrazos.
Con respecto a las actividades que hemos diseñado creo que no hemos acertado con la música (aunque hemos tenido problemas con el sonido), deberíamos haber elegido canciones con letra, que les motivan más que la música clásica. Por otra parte, otra actividad que me gustaría resaltar es la de "Alegría", en la que tienen que ir caminando por el espacio, al ritmo de la música, y cuando escuchen la palabra ALEGRÍA, darse un abrazo con el compañero que tengan más cerca. Ha sido todo un éxito, a pesar de que nosotras pensábamos que no les iba a gustar. Nos hemos llevado una grata sorpresa.
Y por último, con respecto a nosotras, estábamos muy nerviosas, y en los primeros minutos del taller se ha notado. Una vez nos hemos hecho con el "control" de la clase, nos hemos tranquilizado y los chavales también. Creo que, a medida que pasen las sesiones, nos iremos encontrando más seguras con el rol que tenemos durante las sesiones de este taller.
Solo me queda decir que afrontamos con mucha ilusión esta aventura y que con que uno solo de los chavales aprenda algo con este taller, yo me quedaré por satisfecha. Lo hemos diseñado con todo nuestro cariño para ellos, porque se lo merecen. Porque se merecen cualquier pequeño sacrificio que hagamos por ellos.
¡Hasta el martes que viene amigos!
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