Llegué al colegio de incógnito con la maestra-tutora y uno de los niños que estaban entrando me descubrió y se abalanzó sobre mí loco de alegría. Cuando llegué a la fila, todos los niños corrieron a abrazarme y darme besos, según me decían estas pequeñas personitas, me habían echado mucho de menos.
Y yo a ellos también, estoy deseando terminar los grados para poder dedicarme enteramente a ellos, a los niños, sin dejar de lado mi continua formación, que es muy importante.
Cuando llegamos a la clase, no tenían ganas de relajarse, querían contarme todas las cosas que han estado haciendo en las dos semanas que no nos hemos visto. Pero tocaba relajarse y yo con todo el cariño del mundo les dije que me lo contarían luego, una vez nos hubiéramos calmado todos.
Después de la relajación me estuvieron contando que esta tarde iban a hacer una mascletá en el pasillo y que era una mascletá muy especial porque no utilizaban petardos (ellos no pueden tirarlos hasta los 8 años con permiso y supervisión de sus padres), sino que las "seños" iban a poner un rollo de plástico de embalaje con pompitas que, luego ellos, saltando, iban a explotar al ritmo de la música.
Les pusimos las bandas y fajas a los niños, que habían hecho esta semana, y nos fuimos a la mascletá. ¡Estaban todos muy guapos!
Todas las clases de Educación Infantil salieron a saltar y explotar pompitas. ¡Nos lo pasamos muy bien!
Después cogimos los abrigos y nos fuimos a casa a disfrutar de las fallas. Fue una tarde muy divertida.
Además me llevé una alegría enorme con mis gemelos chinos, me recuerdan y dicen mi nombre sin ningún problema. ¡Ojalá pronto hagan lo mismo con todo el mundo!
HASTA LA PRÓXIMA



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